DICE el refrán que ‘Del cerdo, hasta los andares’. Si quieren comprobar hasta qué punto ese dicho es cierto, catar productos de la tierra sin trampa ni cartón, pasar una jornada de invierno entre música, lumbre y buena compañía y ver en vivo y en directo cómo se hace una matanza tradicional, todavía están a tiempo. Martiherrero acoge este fin de semana su VIIMatanza Popular, la creación de una práctica de toda la vida convertida en fiesta que cuenta con la implicación de muchos vecinos de la localidad y que ya es cita obligada para muchas personas de pueblos cercanos.
Con actividades desde el viernes y hasta este domingo, cuando tendrá lugar el estazado del cerdo para aprovechar todas sus partes, la venta de productos y una demostración de la elaboración de los productos de la matanza, la jornada del sábado también dejó un buen número de actividades, la principal el sacrificio y churrascado del cerdo y su puesta a secado en canal. Un taller en el que se explicó cómo se hacen las zambombas a la vieja usanza, esto es, con la vejiga del cerdo, fue muy seguido por los más pequeños, que escucharon muy atentos las explicaciones de Miguel. «Esto se deja secar y con ello se hace lo que llamamos ‘putos’ para hacer sonar las zambombas, del cerdo se aprovecha todo, hasta las pezuñas», apuntaba el hombre mientras enseñaba las tripas del cerdo que iban a usarse para hacer las morcillas y el chorizo. «La fiesta está muy bien para seguir manteniendo la matanza, que ya casi no se hace, y que los niños vean de dónde sale lo que comemos».
Muy cerca encontramos a Virtudes, una de las vecinas que llevaba desde el viernes trabajando. Después de picar 55 kilos de cebollas, supervisaba la cocción del caldero sin perder de vista las otras tareas que requieren la elaboración a mano de las morcillas. «Si no fuera por nosotros no se podría hacer, aparte de trabajar hay que saber», señalaba sin olvidarse de destacar la importancia de enseñar a las nuevas generaciones para que toda esa sabiduría de años y esa identidad «no se pierda».
En la misma línea se pronunció el alcalde, José Luis del Nogal, quien invitó a participar de una fiesta con la que se busca revivir «una tradición que nos han acompañado a lo largo de la historia para que no caiga en el olvido», todo ello con la esencia de las personas mayores y ofreciendo actividades para todos.
El grupo Turdión puso la nota musical a una fiesta que tuvo en el cocido popular uno de los momentos álgidos. Quince personas dirigidas por el cocinero Miguel Casillas le dedicaron horas a la elaboración de un cocido para unas 500 personas que seguro resultó el mejor aliado posible para un día de frío como el que pide la matanza.
Una tradición con valor y sabor
DICE el refrán que ‘Del cerdo, hasta los andares’. Si quieren comprobar hasta qué punto ese dicho es cierto, catar productos de la tierra sin trampa ni cartón, pasar una jornada de invierno entre música, lumbre y buena compañía y ver en vivo y en directo cómo se hace una matanza tradicional, todavía están a tiempo. Martiherrero acoge este fin de semana su VIIMatanza Popular, la creación de una práctica de toda la vida convertida en fiesta que cuenta con la implicación de muchos vecinos de la localidad y que ya es cita obligada para muchas personas de pueblos cercanos.
Con actividades desde el viernes y hasta este domingo, cuando tendrá lugar el estazado del cerdo para aprovechar todas sus partes, la venta de productos y una demostración de la elaboración de los productos de la matanza, la jornada del sábado también dejó un buen número de actividades, la principal el sacrificio y churrascado del cerdo y su puesta a secado en canal. Un taller en el que se explicó cómo se hacen las zambombas a la vieja usanza, esto es, con la vejiga del cerdo, fue muy seguido por los más pequeños, que escucharon muy atentos las explicaciones de Miguel. «Esto se deja secar y con ello se hace lo que llamamos ‘putos’ para hacer sonar las zambombas, del cerdo se aprovecha todo, hasta las pezuñas», apuntaba el hombre mientras enseñaba las tripas del cerdo que iban a usarse para hacer las morcillas y el chorizo. «La fiesta está muy bien para seguir manteniendo la matanza, que ya casi no se hace, y que los niños vean de dónde sale lo que comemos».
Muy cerca encontramos a Virtudes, una de las vecinas que llevaba desde el viernes trabajando. Después de picar 55 kilos de cebollas, supervisaba la cocción del caldero sin perder de vista las otras tareas que requieren la elaboración a mano de las morcillas. «Si no fuera por nosotros no se podría hacer, aparte de trabajar hay que saber», señalaba sin olvidarse de destacar la importancia de enseñar a las nuevas generaciones para que toda esa sabiduría de años y esa identidad «no se pierda».
En la misma línea se pronunció el alcalde, José Luis del Nogal, quien invitó a participar de una fiesta con la que se busca revivir «una tradición que nos han acompañado a lo largo de la historia para que no caiga en el olvido», todo ello con la esencia de las personas mayores y ofreciendo actividades para todos.
El grupo Turdión puso la nota musical a una fiesta que tuvo en el cocido popular uno de los momentos álgidos. Quince personas dirigidas por el cocinero Miguel Casillas le dedicaron horas a la elaboración de un cocido para unas 500 personas que seguro resultó el mejor aliado posible para un día de frío como el que pide la matanza.